
I
Antes del tiempo,
cuando la Luz aún no tenía nombre,
yo era una chispa suspendida en la hondura,
un pensamiento no dicho
en la mente del Silencio.
II
Ansié mirar más allá del fulgor,
quise saber lo que no debía,
quise poseer la llama
como si la llama no fuera yo.
Y en ese querer…
caí.
III
Los cielos cerraron sus ojos,
los eones ocultaron sus cantos,
y el caos me recibió
como un hijo extraviado que vuelve
pero no recuerda de dónde viene.
IV
Allí no hay día ni noche,
sólo un temblor de sombras
que murmuran nombres que olvidé,
rostros hechos de espejos rotos
y preguntas que no tienen forma.
V
Grité.
No con lengua,
sino con todo mi ser desgajado.
Y mi grito no fue eco
ni fue oído.
Fue semilla enterrada en el polvo del abismo.
VI
Ahora sé que el anhelo fue la trampa,
y también la promesa.
Porque todo lo que desciende
lleva en su corazón
la música del retorno.
